martes, 8 de marzo de 2011

La vida es sueño


Formidable... Pero ahora volvamos a ese sueño que se llama realidad: ¿Podemos como afirman algunos sabios, ver nuestra vida como un sueño del que habría que despertarse?
Yo diría más bien que de este sueño inconsciente que suele ser nuestra vida hay que hacer un sueño lúcido. Hubo un tiempo en el que, antes de dormir, tenía la costumbre de pasar revista a todos los sucesos del día. Me pasaba la película de mi jornada, primero, de principio a fin y, después, a la inversa, según el consejo de un viejo libro de magia. Esta práctica de la “marcha atrás” tenía el efecto de permitir ubicarse a cierta distancia de los sucesos del día. Después de haber analizado, juzgado y tomado partido en el primer examen, volvía a repasar él día en sentido inverso y entonces me encontraba distanciado. La realidad así captada presentaba las mismas características que un sueño lúcido, ¡Entonces me di cuenta de que, al igual que todo el mundo, en buena medida, yo soñaba mi vida! El acto de pasar revista a la jornada por la noche equivalía a la práctica de rememorar mis sueños por la mañana.
El solo hecho de acordarme de un sueño es ya como organizarlo. Yo no veo el sueño completo, sino aquello que he seleccionado de él. Análogamente, al repasar las últimas veinticuatro horas, no tengo acceso a todos los actos del día, sino a los que he retenido. Esta selección constituye ya una interpretación sobre la cual baso luego mis juicios y apreciaciones... Para ser más conscientes, podemos empezar por distinguir nuestra percepción subjetiva del día de aquello que constituye su realidad objetiva. Cuando ya hemos dejado de confundirlas, somos capaces de asistir como espectadores al desarrollo de la jornada, sin dejarnos influir por juicios y apreciaciones. Desde esta actitud de testigo, se puede interpretar la vida como se interpreta un sueño. (...) Puesto que soñamos nuestra vida, vamos a interpretarla y descubrir lo que trata de decirnos, los mensajes que quiere transmitirnos, hasta transformarla en sueño lúcido. Una vez conseguida la lucidez, tendremos libertad para actuar sobre la realidad, sabiendo que si sólo tratamos de satisfacer nuestros deseos egoístas, seremos arrastrados, perderemos la ecuanimidad, el control y, por lo tanto, la posibilidad de hacer un acto verdadero. Para lograr divertirnos actuando, tanto en el sueño nocturno como en este sueño diurno que llamamos vida, hemos de estar cada vez menos implicados.
Ese distanciamiento que no impide ni la acción ni la compasión, pero no autoriza ni la codicia ni la sensiblería, se parece mucho a la sabiduría...
         ¡Claro que sí! ¿De qué puede servirte vivir con tus sueños y hacer un esfuerzo para conseguir la lucidez sino para encontrar la sabiduría? La realidad es u nsueño en el que debemos trabajar a fin de pasar progresivamente del sueño inconsciente, carente de toda lucidez, y que puede ser una pesadilla, a lo que yo llamo el sueño sabio.
¿Y el Despertar? Las tradiciones espirituales hablan de los que han despertado...
Despertar es dejar de soñar: En otras palabras, es desaparecer de ese universo onírico para convertirse en aquel que lo sueña.